Carlos Luis María, Carlos
VI, de Borbón y Braganza (1818-1861). Conde de Montemolín.
Nació en el
Palacio Real de Madrid y, evidentemente, acompañó a si padre al exilio y al
frente de guerra. En 1845
fue proclamado rey, por abdicación de Carlos V, adoptando entonces el título,
nunca reconocido, de Conde de Montemolín. Este acto formaría parte de un
"sofisticado" plan para favorecer un enlace entre este Carlos VI y su
prima Isabel II.
Carlos VI |
Parte de esta operación fue el manifiesto de
Bourges, una carta conciliadora, con
el programa mínimo del carlismo:
"Españoles: La nueva situación en que me coloca
la renuncia de los derechos a la Corona de España, que en mi favor se ha
dignado hacer mi augusto padre, me impone el deber de dirigiros la palabra; mas
no creáis, españoles, que me propongo arrojar entre vosotros una tea de
discordia. Basta de sangre y de lágrimas. Mi corazón se oprime al solo recuerdo
de las pasadas catástrofes, y se estremece con la idea de que se pudieran
reproducir. Los sucesos de los años anteriores habrán dejado quizá en el ánimo
de algunos prevenciones contra mí, creyéndome deseoso de vengar agravios. En mi
pecho no caben tales sentimientos. Si algún día la Divina Providencia me abre
de nuevo las puertas de mi patria, para mí no habrá partidos; no habrá más que
españoles.
Durante los vaivenes de la revolución se han
realizado mudanzas trascendentales en la organización social y política de
España; algunas de ellas las he deplorado ciertamente, como cumple a un
príncipe religioso y español; pero se engañan los que me consideran ignorante
de la verdadera situación de las cosas y con designios de intentar lo
imposible. Sé muy bien que el mejor medio de evitar la repetición de las
revoluciones no es empeñarse en destruir cuanto ellas han levantado, ni en
levantar todo lo que ellas han destruido. Justicia sin violencias, reparación
sin reacciones, prudente y equitativa transacción entre todos los intereses,
aprovechar lo mucho bueno que nos legaron nuestros mayores sin contrarrestar el
espíritu de la época en lo que encierre de saludable. He aquí mi política.
Hay en la familia real una cuestión que, nacida a
fines del reinado de mi augusto tío el señor Don Fernando VII (que santa gloria
goza), provocó la guerra civil. Yo no puedo olvidarme de la dignidad de mi
persona y de los intereses de mi augusta familia; pero desde luego os aseguro,
españoles, que no dependerá de mi si esta división que lamento no se termina
para siempre. No hay sacrificio compatible con mi decoro y mi conciencia a que
no me halle dispuesto para dar fin a las discordias civiles y acelerar la
reconciliación de la real familia. Os hablo, españoles, con todas las veras de
mi corazón: no deseo presentarme entre vosotros apellidando guerra, sino paz.
Será para mí altamente doloroso el verme jamás precisado a desviarme de esta
línea de conducta.
En todo caso, cuento con vuestra cordura, con
vuestro amor a la real familia: y con el auxilio de la Providencia. Si el cielo
me otorga la dicha de pisar de nuevo el suelo de mi Patria, no quiero más
escudo que vuestra lealtad y vuestro amor; no quiero abrigar otro pensamiento
que el de consagrar toda: mi vida a borrar hasta la memoria de las discordias
pasadas y a fomentar vuestra unión, prosperidad y ventura; lo que no me será
difícil si, como espero, ayudáis mis ardientes deseos con las prendas propias
de vuestro carácter nacional, con vuestro amor y respeto a la santa religión de
nuestros padres y con aquella magnanimidad con que fuisteis pródigos de la vida
cuando no era posible conservarla sin mancilla".
Vale. Como
ven es una nueva versión de aquello de que "París bien vale una
misa". El problema fue que este plan ideado por el moderado Jaime Balmes
no cuajó. Los liberales, ganadores de la guerra y asentados en el poder tras la
paz, no estaban dispuestos a hacer concesiones políticas a los vencidos. Desengañado
(y enrabietado) Carlos Luis se fugó de Bourges (Francia) hacia Inglaterra,
adonde llegó en 1846. Mientras, a finales de 1845, escribió otro manifiesto en
el que amenazaba con la guerra si se torpedeaba una salida negociada. (¿Para
quién?)
La boda de Isabel
II con Francisco de Asís de Borbón el 10 de octubre de 1846 que, curiosamente,
fue simultánea a la de su hermana, la infanta Luisa Fernanda, con Antonio de
Orleans, duque de Montpensier fue la respuesta. Parecería que la causa de dos bodas simultáneas no
era restar importancia a la boda de la reina sino indicar a los carlistas que
"ni con la hermana de la reina". Que no habría componenda, vamos.
Puestas así las cosas no nos sorprende
que en 1847 estallase la Segunda Guerra Carlista, o guerra dels Matiners
(1847-1849), que tuvo su foco más importante en Cataluña. Tras las primeras
batallas, en las que la victoria sonrió siempre a las tropas isabelinas,
mandadas por el general Pavía, el ejército carlista pidió la presencia de su
líder, Carlos Luis María, y éste se vio obligado a abandonar su exilio en
Inglaterra y trasladarse a España. Al llegar a los Pirineos, fue detenido por
los aduaneros franceses y hecho prisionero. Nunca pudo unirse a sus fuerzas que
fueron derrotadas, lo que provocó una crisis que le llevaría a renunciar brevemente
a sus derechos.
Y como todo rey necesita fabricar un
sucesor, al menos uno, se casó en 1850 con Carolina de Borbón-dos Sicilias.
Ella era hija del rey de Nápoles Francisco I y de María Isabel de Borbón (Tía
de Carlos Luis María) fijando su residencia en el reino de sus suegros.
Pero los movimientos políticos no
paraban. En 1855 intentó una reconciliación a través de Francisco de Asís y,
tras el más que obvio fracaso, provocó una nueva insurrección carlista que pasó
sin pena ni gloria.
fotografía del Conde de Montemolín. |
En 1860, marzo para más señas, Carlos
VI se infiltró en las Islas Baleares para provocar un levantamiento. Estaba
ayudado por el capitán general Jaime Ortega. El 1 de abril, con 4.000 soldados
engañados, se dirigieron a San Carlos de la Rápita. Y desde ese momento todo se
torció. Tras desembarcar, fueron a Amposta para pasas la noche. Ya sabemos que
no se puede mantener a todos engañados todo el tiempo y la tropa se sublevó al
sospechar la realidad. Los golpistas huyeron a Ulldecona. Carlos VI fue
capturado junto a su hermano Fernando.
Así fue el frustrado levantamiento
militar de Ortega y Elio en San Carlos de la Rápita. El fin de la aventura se produjo
en Tortosa donde ambos se vieron obligados a renunciar a sus derechos al trono el
23 de Abril de 1860 y puestos en libertad.
Una vez libres, y en Trieste,
recuperaron el valor y el 15 de junio declaraban nulas las abdicaciones
realizadas. Pero su otro hermano, Juan, las consideró válidas y asumió los
derechos al trono (¡Vaya tropa! Como diría Romanones).
Pero ese dios tan venerado por los
carlistas evitó la lucha interna: El infante Fernando muere el 2 de enero de
1861, Carlos Luis el 13 y su esposa un día después. Todos en Trieste, por una
epidemia. Carlos VI murió sin sucesión directa con lo cual todo revirtió al
rápido Juan que "reinaría" con el nombre de Juan III.
Carlos Luis está enterrado en la
catedral de Trieste. Porque, aumentando la explicación, esta catedral es
conocida como el Escorial carlista (Tremendo juego de palabras).
María Carolina de Borbón
y Borbón (1820-1861)
Aunque princesa de las Dos
Sicilias era la novena hija del príncipe heredero. Por línea
Materna era nieta de Carlos IV de España y ambos abuelos eran hijos de Carlos
III de España. Dos de sus hermanas mejor colocadas en la sucesión casaron con
Fernando VII (¡La famosa María Cristina, la madre de Isabel II, la que luchará
contra los carlistas! ¿No es genial?) y con el infante Sebastián Gabriel. Ella
trató y contrajo matrimonio con un
primo de Isabel II, el conde de Montemolín.
De carácter dócil, apoyó las
aspiraciones políticas de su
marido, asistiendo al
final de sus días a la caída de
la dinastía de los Borbones de los
tronos de las Dos Sicilias y Parma, como
consecuencia del proceso
de unidad italiano.
Bibliografía:
"Historia de la vida pública y
privada de D. Carlos Luis de Borbón y Braganza, primogénito de D. Carlos María
Isidro" Leopoldo Augusto de Centurión. (1848)
ANTONIO MANUEL MORAL RONCAL Profesor
de la Universidad de Alcalá de Henares
No hay comentarios:
Publicar un comentario