Carlos (V) María Isidro
de Borbón y Borbón (1788-1855)
Fue un Infante de España educado como un
príncipe católico bajo la
dirección del P. Escio, Cristóbal Bencomo, Vicente Maturana, el marqués de
Santa Cruz y el duque de la Roca. Asumió los ideales contrarrevolucionarios desde muy joven y se
le consideró el
heredero de su
hermano Fernando VII, con quien siempre estuvo
estrechamente unido hasta el conflicto
dinástico provocado por el nacimiento de la futura Isabel II en 1830.
Lo imaginamos como gran defensor de
sus derechos dinásticos y de
los de sus hijos pero no tuvo tantos frenos morales cuando proclamó
en Burdeos el 12 de mayo de 1808, junto a Fernando VII y el Infante Antonio,
dejar los destinos de España en manos de Napoleón.
El 29
de septiembre de 1816 casó con María Francisca de Asís, hija de Juan VI de
Portugal, y luego con su otra hermana María Teresa de Braganza, princesa de
Beira. Generalísimo, gran cruz de San Hermenegildo y de San Fernando,
vicepresidente de la Asamblea de esta última orden, protector de la Junta
Superior de Medicina, vicepresidente del Consejo Supremo de la Guerra y
presidente de la Cámara de Guerra. Una muestra de pluriempleo en cargos
públicos.
El 14
de marzo de 1820 dio una proclama liberal (publicada en la Gaceta
Extraordinaria de Madrid y en el Correo General de Sevilla, número 1, del 22 de
marzo de 1820), dictada según se dice por el miedo, titulada "Viva el Rey,
viva la Nación, viva la Constitución". En realidad durante el Trienio comenzó
a significar su nombre la oposición cerrada a todo liberalismo, y en 1821 sonó
por primera vez para rey de España.
Fue
elegido para recibir y desposarse, por poderes, con María Cristina de Borbón,
la cuarta esposa de Fernando VII, la cual maniobraría para eliminarle de la
línea sucesoria, lo que no deja de ser irónico. La lucha cortesana, la
publicación de la pragmática sanción en 1830 y la jura en cortes de 1833 le
empujó a retirarse a Portugal.
El 1 de
octubre de 1833 lanza al viento el "Manifiesto de Abrantes":
"¡Cuán
sensible ha sido a mi corazón la muerte de mi caro hermano! Gran satisfacción
me cabía en medio de las aflictivas tribulaciones, mientras tenía el consuelo
de saber que existía, porque su conservación me era la más apreciable. Pidamos
todos a Dios le dé su santa gloria, si aún no ha disfrutado de aquella eterna
mansión. No ambiciono el trono; estoy lejos de codiciar bienes caducos; pero la
religión, la observancia y cumplimiento de la ley fundamental de sucesión y la
singular obligación de defender los derechos imprescriptibles de mis hijos y
todos mis amados sanguíneos, me esfuerzan a sostener y defender la corona de
España del violento despojo que de ella me ha causado una sanción tan ilegal
como destructora de la ley que legítimamente y sin alteración debe ser
perpetuada. Desde
el fatal instante en que murió mi caro hermano (que santa gloria haya), creí se
habrían dictado en mi defensa las providencias oportunas para mi
reconocimiento; y si hasta aquel momento había sido traidor el que lo hubiese
intentado, ahora será el que no jure mis banderas, a los cuales, especialmente
a los generales, gobernadores y demás autoridades civiles y militares, haré los
debidos cargos cuando la misericordia de Dios, si así conviene, me lleve al
seno de mi amada patria, y a la cabeza de los que me sean fieles. Encargo
encarecidamente la unión, la paz y la perfecta caridad, No padezca yo el
sentimiento de que los católicos españoles que me aman, maten, injurien, roben
ni cometan el más mínimo exceso. El
orden es el primer efecto de la Justicia; el premio al bueno y sus sacrificios,
y el castigo al malo y sus inicuos secuaces, es para Dios y para la ley; y de
esta suerte cumplen lo que repetidas veces he ordenado".
La
reorganización de las fuerzas armadas y de la administración realizada por
Cristina y Fernando VII restó mucho apoyo al pretendiente y serán pocos los
lugares y hombres que le aclamen.
Carlos
María Isidro fue evacuado de Portugal por los británicos a Inglaterra (¿aviesas
intenciones de "su Graciosa Majestad" de desestabilizar a un
competidor? ¿Buscaba mercados para sus excedentes de armas?). De allí "escapó"
a Francia. Este último país fue "incapaz" de capturarlo y Carlos
entró en España por la frontera de Navarra el 9 de julio de 1834. Total, para
nada: carente de dotes militares y de don de gentes ejerció principalmente de
estorbo en todo lo relacionado con la moral de guerra. Su excesiva religiosidad
y sus costumbres sencillas fueron bien recibidas por la población rural de esas
tierras. No así su carácter antipático, sin palabra ni mirada amable para los
soldados.
En el verano
de 1837 partió Carlos al mando de la Expedición real, al frente de gran parte
de su unidades vizcaínas, Guipuzcoanas, alavesas, castellanas y navarras hasta
las puertas de Madrid, siguiendo noticias falsas sobre un posible matrimonio
entre uno de sus hijos con Isabel II. Por supuesto, nada. Y Baldomero Espartero
le acosó hasta que se retiró a Vizcaya.
Ante la
frustración producida por su fallido intento para solucionar el problema
sucesorio, así como por la desastrosa retirada, tomó drásticas medidas sobre
los mandos de su ejército y de su administración: oficiales y civiles que le
habían servido desde la época de Zumalacárregui cayeron en desgracia e incluso fueron
asesinados. Su corte acabó componiéndose de consejeros poco competentes y sin
iniciativa. Eran los ojalateros, ya que se contaba que no hacían otra cosa que
quejarse de lo ocurrido durante la Expedición Real, con frases que empezaban
siempre con "Ojalá...".
La
nefasta organización de su estado, tanto en lo civil como en lo militar,
provocaron descontento tanto entre la oficialidad como la tropa: Los batallones
de las provincias forales rechazaban combatir fuera de sus correspondientes
áreas. En junio de 1838 encargó el mando a Rafael Maroto quien reorganizó el
ejército pero no peleó. Supongo que para compensar esta forma de actuar Maroto,
en febrero de 1839, mandó fusilar a tres generales que podrían haber pretendido
quitarle el mando. No solo eso sino que exigió a Carlos V la destitución de
todos sus adversarios.
Ante
esto, Carlos lo destituyó el 21 de febrero y lo declaró traidor, aunque el 25
de febrero reconsideró su postura y accedió a sus peticiones. Y lo que es la
historia, Maroto podría ser visto como traidor al comenzar negociaciones
secretas con el gobierno de Isabel II que concluyeron en 1839 con la firma del
convenio de Oñate y su abrazo en Vergara.
El 14
de septiembre de 1839 Carlos María Isidro, alias Carlos V, entró en Francia
donde su gobierno (esta vez sí que lo "vio") le obligó a residir en Bourges.
El 18 de mayo 1845, aconsejado por algunos líderes
legitimistas y el papa
Gregario XVI, abdicó en su hijo Carlos Luís,
duque de Montemolín, que se llamaría Carlos VI. Desde Francia se retiró al Piamonte
y, más tarde, a Trieste, donde
falleció.
Y un
dato para a-l-u-c-i-n-a-r: en la Gazeta de Madrid (BOE) del 24 de octubre de
1834 se privó de sus derechos como infante de España a don Carlos. ¡Casi un año
después de iniciarse su revuelta!
María Francisca de Asís
de Braganza y Borbón (1800-1834)
Infanta de
Portugal y España, contrajo matrimonio
con el infante don Carlos María Isidro en 1816. Junto a su
hermana, la princesa de Beira, y su esposo
formaron un partido cortesano contrarrevolucionario y
enemigo de cualquier transacción con el liberalismo
durante el reinado de
Fernando VII. Falleció en el exilio en Gran
Bretaña donde
fue enterrada con
honores de reina. (Ingleses....)
María Francisca |
María Teresa de Braganza
y Borbón (1793-1874)
Infanta de
Portugal y España, hija primogénita de los reyes Juan VI de Braganza
y de Carlota Joaquina de Borbón, fue más conocida con el
título de
princesa de Beira. Contrajo
primeras nupcias con el infante don Pedro Carlos en 1810, de cuya unión nació su
único vástago, el infante don Sebastián Gabriel, futuro
general carlista. En 1821
se trasladó a España, donde
pronto se conocieron sus ideas contrarrevolucionarias
y tradicionalistas.
Acompañó en el exilio a su
hermana y
sobrinos, contrayendo nuevo matrimonio con
su cuñado don Carlos María Isidro en 1838.
De carácter decidido y tenaz, se opuso
a cualquier claudicación
política en los años de exilio, animando
a la lucha y la
resistencia a los
carlistas. Tras la muerte de
Carlos VI y las
declaraciones liberales de Juan III firmó su
famosa Carta a los españoles, donde declaró la legitimidad de
ejercicio por
encima de la de
origen, invalidando la
candidatura de su hijastro y
presentando a su nieto Carlos VII como candidato al trono español.
María Teresa |
Bibliografía:
Batallas en Las Merindades
Antonio Manuel Moral Roncal (Profesor de Universidad de Alcalá de Henares)
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