martes, 28 de enero de 2014

La música de "Batallas en Las Merindades"

Las guerras tienen más música que la del dolor y el llanto. Dejando aparte el sonido de las armas y las manidas frases hechas sobre su silencio nos encontramos con la Música Militar, que es eso que se usa en los desfiles.

Pero, ¿Sirve para algo más?

Culturas de la época clásica sabían de los efectos de la música en las personas y sus pensadores discurrían maneras de controlarla o de limitarla. Claro que ahora, siempre rodeados de “ritmitos” en todo aparato, sería imposible siquiera pensarlo.

Egipcios


Ellos creían que la música afectaba directamente a la voluntad, lo que a su vez influía sobre el carácter y así sobre la conducta humana. Para Aristóteles la música representaba, imitaba, los estados del alma: apacibilidad, enojo, valor, templanza y sus opuestos. Cuando uno escucha música que refleja pasión, es imbuido por la misma pasión. ¿Lo van pillando?

Destaquemos que la música, independientemente de la letra, comunica un mensaje; Segundo, la música que transmite, por ejemplo, enojo y odio lo trasmite a todas las personas, sin que la cultura de origen distorsione eses efecto. Y, tercero, que si la música puede influir sobre nuestras emociones también puede afectar al comportamiento y a la toma de decisiones. Todos conocemos la forma en que las grandes superficies seleccionan su hílo musical, por ejemplo Rock o Jazz, para que los clientes estén activos o relajados.

Entonces, ¿Qué es la Música?

La Música, en obtusa definición, es un movimiento organizado de sonidos a través de un continuo de tiempo. La música desempeña un papel importante en todas las sociedades y existe en una gran cantidad de estilos, característicos de diferentes regiones geográficas o épocas históricas. Pero universal, para todos.

Ya lo sospechaban, ¿verdad? Nos Afecta.

Todos nos hemos sentido diferentes escuchando nuestras canciones favoritas o llorado con una melodía triste que nos traía recuerdos dolorosos… La música cautiva a las personas y es un instrumento para mejorar el comportamiento de los animales o para que crezcan las plantas.

Tan grande es esa influencia sobre los seres vivos que se usa tanto para potenciar la agresividad como la tranquilidad, para dormir o para concentrarse. Todo depende del tipo de música y el momento adecuado para escucharla. Lo que determina el comportamiento es el tipo de música no la edad del oyente.

Platón y Aristóteles empleaban música como apoyo a sus charlas en el Liceo de Atenas. Estos filósofos entendieron que no eran solo los sonidos naturales los que influían en el ser humano (viento, olas, pájaros, silencio de la noche), sino que los sonidos armónicos eran mucho más poderosos para influir en la conducta y el carácter. Y en el caso militar, se lo digo ya, para insuflar valor y acrecentar la pertenencia.

¿Cómo? ¿Cómo lo hace?

Debemos saber que la música se emplea bajo tres parámetros:

  • Cadencia o ritmo.
  • Intensidad o volumen. La de los músicos y resonancia del lugar.
  • Frecuencia o posición en el pentagrama.
Las notas altas, agudas, actúan preferentemente sobre las contracturas musculares, se propagan rápidamente en el espacio aunque en distancias cortas, actúan fuertemente sobre el sistema nervioso, constituyen una señal de alerta y aumenta los reflejos, al mismo tiempo que nos ayudan a despertarnos o sacarnos de un estado de cansancio o sopor.

Como factor negativo tenemos el hecho de que el oído es especialmente sensible a ellas y si son muy intensas y prolongadas lo pueden dañar, lo mismo que su efecto sobre el sistema nervioso puede provocar cierto descontrol y alteraciones en los impulsos nerviosos que se vuelven incontrolados.

Las notas bajas, graves, no parece que tengan influencia sobre las terminaciones nerviosas y su efecto es más mecánico, por lo que tienen mayor influencia sobre las zonas corporales huecas, como los pulmones, corazón y abdomen, quizá porque son lugares idóneos para las resonancias.

Las notas graves se perciben mal en distancias cortas, por lo que su efecto inmediato es difícil de medir, aunque son capaces de ser audibles en muchos kilómetros a la redonda. Su efecto mecánico es tan poderoso que puede resquebrajar muros, carreteras, terrenos, y actuar con un efecto vibratorio muy intenso en cualquier cuerpo sólido. (¡¡¡Remember JERICÓ!!!) Bueno y terapéuticamente tienden a producir efectos sombríos, visión pesimista del futuro y tranquilidad extrema.

La cadencia de las notas musicales, graves o agudas, es el segundo factor en importancia y así tenemos que, mientras que los ritmos lentos inducen a la paz, los rápidos inventan al movimiento y a exteriorizar los sentimientos. Nunca una marcha militar ha servido de nana.

Y, por supuesto, las letras. Todos recordamos (realmente casi nadie) la letra que compuso José María Pemán al Himno Nacional, vulgo Marcha Real o Marcha de Granaderos. Pero hay otros cuyas letras hablan de degollar, matar, soberbia o liberación de homéricos pueblos. Y tampoco son atractivas. Milagrosamente consiguen embravecer –Mediante consignas sencillas, directas y repetitivas- a las masas de partidarios para cumplir con lo que se desea de ellos: Luchar, vencer y, en su caso, Morir.




Si nos vamos al periodo romano y su ejército descubriremos que Servio Tulio (578-534 a.C) instituyó los grupos de músicos en las Milicias. Estaban integrados por instrumentos de viento y con funciones específicas para las ceremonias y el combate. Surgen los Cornicem, que tocaban el Cornu, y los Tubicem que tocaban la Tuba. Hacia el año 400 a.C. se añadieron Flautas y Trompetas de muy variadas formas y tamaños; peculiares como la Siringa (Syrinx) y el Lituo (Lituus). Con el desarrollo de su parafernalia bélica  los romanos añadieron otros instrumentos de viento tales como la Bucina, la Tibia, el Tympanum, el Scabillum, la Cymbala, la Crótala. También eran comunes cornetas y clarines que recibían a las legiones, transmitían mensajes del emperador o mandos militares e, incluso, interpretaban pequeñas canciones con los antepasados de la trompeta con el fin de llamar la atención y anunciar la llegada de alguien o algo al lugar.

Los moros usaban el Nafir o trompeta recta, el Albogue que derivaba de un cuerno de animal o de una caracola y que llegó a alcanzar los dos metros, el Albogón un caramillo similar, ¿y antecesor?, de la Alboka, que se escucha en el País Vasco y los tambores. Este uso de música en el ejército se acrecentó en el periodo de los reinos de taifas.

Pero estamos hablando de bandas de marcha que comenzaron siendo pequeños grupos utilizados en los ejércitos de los grandes imperios para organizar a las grandes cantidades de soldados que no marchaban al unísono, fue así como en un inicio se agregaban algunos redoblantes y tambores a las formaciones militares

En los siglos XVII, XVIII y XIX se incorporan algunas técnicas e instrumentos de música sinfónica, algunos compositores hacen música para banda de marcha con el fin de recibir a los ejércitos después de una victoria en batalla, conquista o solo por motivación y organización al marchar.

Por no ser pesado y pecar de detallista les comentaremos que hasta el siglo XIX serán omnipresentes los pífanos y tambores que ayudaban a la marcha de las tropas. También a partir de ese siglo tenemos constancia de las canciones populares que entonaban las tropas y que favorecían la integración y el sentimiento de grupo.

Recordemos que los Soldados del pretendiente Don Carlos no se llamaban “Requetés”. Cuentan que los cuatro primeros batallones navarros de la guerra de 1833 a 1840 se motejaron “Salada”, “Morena”, “Requeté” y “Hierbabuena”. Para la tercera denominación hay una leyenda referida al mal estado de los uniformes y el cantarles: “Tápate soldado, tápate, que el culo se te ve” que, pudorosamente, transformaron en “Tápate soldado, tápate, que se te ve el requeté”.

La primera guerra mundial encumbró la canción “It's a Long Way to Tipperary” que fue adoptada por el 7º Batallón del Regimiento Connaught Rangers del Ejército Británico mientras marchaban en Boulogne (Francia). Los Rangers eran principalmente irlandeses, y el regimiento tenía lazos con el pueblo de Tipperary. Su segundo batallón (formalmente el 94º Regimiento de Infantería) estuvo acuartelado en la Ciudad de Tipperary desde 1908 hasta 1910, y desde 1914 hasta 1918 esta ciudad fue el Cuartel General de la 16ª División irlandesa. El 7º Batallón de los Connaught Rangers estaba acuartelado en Poole Dorsetshire (Inglaterra) en 1912, cuando Jack Judge escribió su famosa canción de Music Hall.

En la segunda guerra mundial estuvo Lili Marleen, una famosa canción cuya música fue escrita en 1937 por el compositor Norbert Schultze sobre un poema que un soldado llamado Hans Leip había escrito en 1915, durante la Gran Guerra.




Y, por supuesto, nuestra última guerra civil. Hay van unos ejemplos:

A LAS BARRICADAS

Negras tormentas agitan los aires
nubes oscuras nos impiden ver,
aunque nos espere el dolor y la muerte,
contra el enemigo nos llama el deber.
El bien más preciado es la libertad
hay que defenderla con fe y valor,
alza la bandera revolucionaria
que llevará al pueblo a la emancipación
alza la bandera revolucionaria
que llevará al pueblo a la emancipación.
En pie pueblo obrero, a la batalla
hay que derrocar a la reacción.
¡A las barricadas, a las barricadas,
por el triunfo de la Confederación!
¡A las barricadas, a las barricadas,
por el triunfo de la Confederación!


Los Campesinos:

Los campos heridos de tanta metralla,
los pueblos sangrantes de tanto dolor,
y los campesinos sobre la batalla,
para destrozar al fascismo traidor.
Dejando el arado tirado en la tierra,
tomando el fusil para pelear,
marchamos alegres hacia las trincheras,
para que en España haya libertad.
Somos los campesinos,
hoy somos los soldados.
¡Adelante!
Gritan nuestros fusiles,
gritan nuestros arados.
¡Adelante!
¡Adelante! ¡Adelante!
La sangre que corre valiente a diario
ha de ahogar un día en su tempestad
a los enemigos del proletariado,
y a los enemigos de nuestra unidad.
Ya llegará el día de nuestra victoria;
la Paz por el mundo se paseará,
talleres y campos cantando la gloria
de los que cayeron por la libertad.
Somos los campesinos,
hoy somos los soldados.
¡Adelante!
Gritan nuestros fusiles,
gritan nuestros arados.
¡Adelante!
¡Adelante! ¡Adelante!

Como vemos son canciones que ensalzan a los Obreros, los Campesinos y los Soldados. Todo mientras el gobierno de la República Española perdía elementos democráticos y libertades civiles.




Por el otro lado escuchaban canciones como:

Cara al Sol (himno Falangista):

Cara al sol con la camisa nueva
que tú bordaste en rojo ayer
me hallará la muerte si me lleva
y no te vuelvo a ver
formaré junto a mis compañeros
que hacen guardia sobre los luceros,
impasible el ademán,
y están
presentes en nuestro afán.
Si te dicen que caí
me fui
al puesto que tengo allí.
Volverán banderas victoriosas
al paso alegre de la paz,
y traerán prendidas cinco rosas,
las flechas de mi haz.
Volverá a reír la primavera
que por cielo, tierra y mar se espera
¡Arriba escuadras a vencer,
que en España empieza a amanecer!

Himno de Oriamendi (Carlista):

Por Dios, por la Patria y el Rey
lucharon nuestros padres
Por Dios, por la Patria y el Rey
lucharemos nosotros también
Lucharemos todos juntos
todos juntos en unión
defendiendo la bandera
de la Santa Tradición
Cueste lo que cueste
se ha de conseguir
que los boinas rojas
entren en Madrid.
Por Dios, por la Patria y el Rey
lucharon nuestros padres
por Dios, por la Patria y el Rey
lucharemos nosotros también.

Y si quieren conocerlas con su música les presento una página muy amena:



Les recomiendo que las escuchen y que las recuerden cuando estén leyendo la última parte de “Batallas en Las Merindades” dedicada a la guerra de 1936-1939 en esta maravillosa comarca del norte de Burgos.

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