En
estos días no solo se celebra la fiesta del trabajo sino que para nosotros, en
España, se recuerdan otros hechos, hechos de armas. Hace más de 200 años la
población de Madrid, villa y corte, atacó a los supuestos aliados franceses para
defender a su rey, su religión y sus derechos.
La Carga de los mamelucos (Goya; Museo Nacional del Prado) |
Para
recordarlo disponemos del lujo de disfrutar de dos obras maestras de la pintura
ejecutadas por la mano de un sordo genial: Francisco de Goya. Estas obras
recogen la lucha contra las tropas del "aliado" francés y la venganza
de este contra la población civil de la capital. Y junto a muchos grabados del
autor nos encontramos con la crudeza de la guerra, lejos de los entorchados
uniformes y los grandilocuentes gestos de los generales. Será una guerra que en
Las Merindades tendrá un héroe señalado: Francisco de Longa.
Pintados
a partir de 1814, ambos lienzos padecieron los dolores de la última guerra
civil al formar parte del contingente de obras sacadas de Madrid por el
Gobierno de la Segunda República para protegerlas de la aviación franquista.
Viajaron a Valencia, nueva sede del Gobierno, un centenar de las más célebres
joyas del museo.
Situación previa a la restauración |
Estas
dos obras de Goya sufrieron graves daños durante el recorrido en camión desde Valencia
a Barcelona, en marzo de 1938, siguiendo la estela del Gobierno republicano.
Procedían del Colegio del Patriarca y de la Torre de Serranos de la capital
valenciana, donde el pintor comunista Josep Renau, director general de Bellas
Artes, los había escondido.
Al
cruzar por el centro de Benicarló cayó una balconada sobre el camión que
trasladaba ambos cuadros. La más dañada fue "La
carga de los mamelucos". Los cuadros fueron tratados en el castillo
gerundense de Peralada por el restaurador Manuel de Arpe y el forrador Tomás
Pérez. Entre el 4 y el 9 de febrero de 1939, Arpe barnizó y recubrió con tintas
naturales los surcos que sesgaban hasta tres metros la base del cuadro, y dos
rectángulos de los laterales de "Los
fusilamientos del tres de mayo".
Con
relación a "La carga de los
mamelucos", Arpe y Pérez entelaron de nuevo el lienzo, que se hallaba
fragmentado en 18 piezas a consecuencia del episodio sufrido. Los desgarros en
el lienzo eran tan graves que el restaurador optó por dejar dos superficies
cegadas con el color arcilla que compone la base cromática que aplicó Goya al
pintarlo.
Hasta
marzo de 2007, el cuadro se contemplaba con ambos huecos pero actualmente se
han recuperado las figuras perdidas y la composición original de la escena. Se
suprimen así los efectos de la cruel guerra fratricida de 1936 a 1939.
Dada la
común controversia sobre restaurar o no y hasta qué punto se optó por usar
elementos reversibles y estables. Significa que las figuras reintegradas son
identificables y cambiables, como lo fueron las actuaciones de Arpe sobre estos
lienzos.
"Los Fusilamientos del tres de Mayo". Goya. Museo Nacional del Prado. |
Como
curiosidad indicaremos que don Juan Manuel Sánchez Ríos, catedrático de
Escultura, de 63 años y durante años responsable de la Asociación Filantrópica
de Milicianos Nacionales Veteranos - organización liberal que tiene a su cargo
desde 1839 la custodia del cementerio de La Moncloa donde reposan los fusilados
del 3 de mayo- estableció la identidad del patriota que, con los brazos
extendidos y la camisa iluminada por un fanal de luz situado a los pies del
piquete de ejecución, recibe a gritos sobre el pecho el destello de la muerte: “Se trataba de Martín de Ruzcabado,
picapedrero montañés de elevada estatura que luchó bravamente contra los
invasores y fue arcabuceado sin piedad”.
Los
cuadros volvieron a España en 1939.
No hay comentarios:
Publicar un comentario