domingo, 3 de mayo de 2015

Dos y tres de mayo

En estos días no solo se celebra la fiesta del trabajo sino que para nosotros, en España, se recuerdan otros hechos, hechos de armas. Hace más de 200 años la población de Madrid, villa y corte, atacó a los supuestos aliados franceses para defender a su rey, su religión y sus derechos.

La Carga de los mamelucos (Goya; Museo Nacional del Prado)

Para recordarlo disponemos del lujo de disfrutar de dos obras maestras de la pintura ejecutadas por la mano de un sordo genial: Francisco de Goya. Estas obras recogen la lucha contra las tropas del "aliado" francés y la venganza de este contra la población civil de la capital. Y junto a muchos grabados del autor nos encontramos con la crudeza de la guerra, lejos de los entorchados uniformes y los grandilocuentes gestos de los generales. Será una guerra que en Las Merindades tendrá un héroe señalado: Francisco de Longa.

Pintados a partir de 1814, ambos lienzos padecieron los dolores de la última guerra civil al formar parte del contingente de obras sacadas de Madrid por el Gobierno de la Segunda República para protegerlas de la aviación franquista. Viajaron a Valencia, nueva sede del Gobierno, un centenar de las más célebres joyas del museo.

Situación previa a la restauración

Estas dos obras de Goya sufrieron graves daños durante el recorrido en camión desde Valencia a Barcelona, en marzo de 1938, siguiendo la estela del Gobierno republicano. Procedían del Colegio del Patriarca y de la Torre de Serranos de la capital valenciana, donde el pintor comunista Josep Renau, director general de Bellas Artes, los había escondido.

Al cruzar por el centro de Benicarló cayó una balconada sobre el camión que trasladaba ambos cuadros. La más dañada fue "La carga de los mamelucos". Los cuadros fueron tratados en el castillo gerundense de Peralada por el restaurador Manuel de Arpe y el forrador Tomás Pérez. Entre el 4 y el 9 de febrero de 1939, Arpe barnizó y recubrió con tintas naturales los surcos que sesgaban hasta tres metros la base del cuadro, y dos rectángulos de los laterales de "Los fusilamientos del tres de mayo".

Con relación a "La carga de los mamelucos", Arpe y Pérez entelaron de nuevo el lienzo, que se hallaba fragmentado en 18 piezas a consecuencia del episodio sufrido. Los desgarros en el lienzo eran tan graves que el restaurador optó por dejar dos superficies cegadas con el color arcilla que compone la base cromática que aplicó Goya al pintarlo.

Hasta marzo de 2007, el cuadro se contemplaba con ambos huecos pero actualmente se han recuperado las figuras perdidas y la composición original de la escena. Se suprimen así los efectos de la cruel guerra fratricida de 1936 a 1939.

Dada la común controversia sobre restaurar o no y hasta qué punto se optó por usar elementos reversibles y estables. Significa que las figuras reintegradas son identificables y cambiables, como lo fueron las actuaciones de Arpe sobre estos lienzos.

"Los Fusilamientos del tres de Mayo". Goya. Museo Nacional del Prado.

Como curiosidad indicaremos que don Juan Manuel Sánchez Ríos, catedrático de Escultura, de 63 años y durante años responsable de la Asociación Filantrópica de Milicianos Nacionales Veteranos - organización liberal que tiene a su cargo desde 1839 la custodia del cementerio de La Moncloa donde reposan los fusilados del 3 de mayo- estableció la identidad del patriota que, con los brazos extendidos y la camisa iluminada por un fanal de luz situado a los pies del piquete de ejecución, recibe a gritos sobre el pecho el destello de la muerte: “Se trataba de Martín de Ruzcabado, picapedrero montañés de elevada estatura que luchó bravamente contra los invasores y fue arcabuceado sin piedad”.


Los cuadros volvieron a España en 1939. 

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