viernes, 27 de diciembre de 2013

Sangre derramada

Supongo que no se puede ser más explicito. Litros y litros de sangre derramada a lo largo de la Historia, solo en Las Merindades hemos computado al menos 40 conflictos entre ejércitos formados. Combates que han teñido de sangre los campos, que han tintado las rocas defendiendo unos ideales. Es una idea que recoge mi postura (soy Aitor)

Al final en la muerte, todo nos une, aunque por fuera nos vistamos con banderas de colores desiguales, aunque los pendones sean de familias distintas, la sangre es roja para todos y cada uno de nosotros.



Escribir sobre batallas no es que precisamente sea algo que nos apasione, más bien todo lo contrario, investigar sobre la barbarie humana, sobre los instintos más primarios del hombre es algo inusual. ¿Cuantos grandes hombres se han perdido por ideas diferentes?. Sin embargo intentamos con rigor, recoger la información filtrarla para hacerla accesible y objetiva, pero al pararnos a pensar vemos la cantidad de personas que dejaron de respirar y que en el fondo son los verdaderos artífices del libro. La pérdida de Federico García Lorca, la de Miguel Hernandez, centenares de vidas cercenadas y sin ninguna justificación posible.

Normalmente la gente suele radicalizar sus posturas a medida que su bienestar se ve comprometido y tendemos a la confrontación en lugar de alcanzar acuerdos. Yo suelo decir que no me considero un revolucionario, pero sí un reformista. Es evidente que debemos cambiar cosas y es notorio que las revoluciones dejan los campos llenos de cadáveres, de vencedores, de vencidos y de rencillas que lejos de quedar resueltas se enquistan generando un odio que perdura.

Hemos podido ver como a lo largo de 2.000 años, los romanos, los cántabros, los Velasco, los cristianos, los sarracenos... han utilizado la fuerza de la espada para imponer su forma de pensar.

Alguien puede llegar a pensar que las guerras en ocasiones son necesarias, probablemente tenga razón, quizá a largo plazo, los cambios que producen sean beneficiosos y produzcan un avance, sin embargo hoy es el día en el que casi 80 años después de la Guerra Civil, todavía quedan personas con los ojos vidriosos al recordar la pérdida de sus seres queridos. ¿Quiere decir esto que debemos ser sumisos y no alzar la voz ante las injusticias? Para nada, es necesario hacerse oír... pero también es necesario saber escuchar.

Según las crónicas musulmanas hay una aceifa, acontecida en el siglo IX, que hoy en día es popularmente conocida como la "aceifa de la Morcuera" que recorrió partes del territorio de Las Merindades (en el libro nos explayamos bastante más), el caso es que indica que perecieron en un último combate más de 20.000 personas. Sabemos o más bien creemos que esa cifra es una burda exageración típica de las crónicas de los vencedores, pero imaginemos que fueron 2.500. Esa cifra es superior a la población actual de Espinosa de los Monteros (donde por cierto fallecieron alrededor de 5.000 en la batalla de la Guerra de la Independencia en 1808). Hablamos de millares de personas y lo decimos como si no hubiera sido nada, y sin embargo son cifras enormes, 10 veces la cifra del atentado del 11M, 10 veces el accidente del Camping de los Alfaques... un 10% de la población actual de Las Merindades... una de cada diez personas...

Me despido de esta entrada con la misma frase con la que terminé mi primer trabajo

"Para saber adonde vamos hay que saber de donde venimos"

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