Florence
Nightingale utilizó su influencia para abogar en favor de la
educación de los soldados británicos y de los médicos militares. A
pesar de que las órdenes que recibió antes de ir a Crimea limitaban
sus competencias, en el momento más crítico de la guerra Florence
había señalado la falta de experiencia práctica de muchos de los
jóvenes cirujanos y había propuesto que recibieran lecciones sobre
patología y cuestiones afines sin esperar a que acabara el
conflicto. De hecho, y como resultado de su sugerencia, se instaló
durante algún tiempo un laboratorio de patología en Escutari.
Su
interés por la instrucción práctica en medicina iba a ser luego
compartida por la Comisión Real sobre sanidad en el Ejército
Británico, que hizo de esa instrucción una de sus cuatro áreas de
estudio.
Florence
Nightingale contribuyó de modo decisivo a la creación de la
Comisión Real en 1857. Con Sidney Herbert como presidente de la
misma y con una mayoría de partidarios en la junta, Florence se
dedicó a ordenar sus pruebas sobre la mala administración de los
hospitales y a reunir estadísticas de mortalidad. (La elección en
1860 de Florence como primera mujer miembro de la Royal Statistical
Society se basó esencialmente en la calidad de sus estadísticas
sobre Crimea).
Florence
Nightingale elaboró planes para la educación médica militar en sus
“Notas sobre cuestiones relativas a la sanidad, la eficacia y la
administración de los hospitales en el Ejército Británico”,
publicadas en 1858 en una edición privada. El objetivo de la
formación estaba claramente basado en las lecciones aprendidas en la
reciente guerra.
Propuestas
presentadas de modo tan convincente que fueron puestas en práctica
por médicos y cirujanos experimentados, veteranos de la campaña de
Crimea. En 1860, se creó la primera Escuela de Medicina Militar del
Reino Unido en Fort Pitt, (Chatham).
Su
interés por la educación en el ejército abarcaba desde la
formación de los médicos hasta el la enseñanza a las tropas. Un
artículo de reciente publicación sobre este aspecto poco conocido
de la labor de Florence Nightingale (Calabria, 1994) ha mostrado que
tenía ideas más bien avanzadas para su época, ya que ella pensaba
que podía educarse de algún modo al soldado raso. Si bien, como
muchos de sus contemporáneos, era consciente de los efectos
debilitantes que tanto el alcohol como la prostitución tenían para
el ejército, Florence se distinguía de ellos porque creía que la
condición del soldado era achacable al entorno más que a su propia
naturaleza.
El
éxito de las salas de lectura de Escutari alentó a Florence
Nightingale después de la guerra a promover, con cierto éxito, la
creación de salas similares en cuarteles más grandes. La
experiencia de Crimea brindó a Florence la oportunidad de poner a
prueba sus ideas; de ahí que, después de la guerra, se sintiera
obligada a publicar sus conclusiones. Sabía que había que
aprovechar inmediatamente la posibilidad de sacar las lecciones de la
guerra.
Así
como las reformas suscitadas por la guerra de Crimea requerían una
atención inmediata, las reformas en la asistencia a los enfermos no
precisaban de tanta urgencia. Así, Florence Nightingale sólo volvió
a consagrarse a la formación de enfermeras en 1869, cuatro años
después de la guerra de Crimea, actividad a la que su nombre siempre
ha estado estrechamente unido.
Ojo,
en el resto de los ejércitos, incluidos los contendientes en las
guerras civiles que hubo en España, la cosa no estaba mejor.
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